En vela


Son las ocho de la noche y tengo cinco lucas en los bolsillos. Llamo al Guatón Aros, le digo que no sé de dónde cresta sacar más dinero. Ya vendí la tele y empeñé la guitarra. La misma Gibson Les Paul de Slash. La que dejé por 30 lucas para sacarme de encima esta angustia de mierda que hace 10 años no me deja en paz. “No” es su respuesta definitiva. Por menos de 10 lucas no hay trato.

Pienso en quién me puede prestar plata. Mi dedo se afana pasando lista a los números registrados en el celular. La semana pasada fui al departamento del Rafael. Aseguró que era la última vez que me pagaba la fianza, que sólo porque nos conocíamos de cabros chicos y en el fondo le cagaba la cabeza saber que su amigo pudiera aparecer cualquiera de estos días tirado en una calle…

Pero filo. No lo puedo huevear más. Estoy a una hora de la casa del García. Ese sí me salva. Lo penca es que tengo que cruzar todos los barrios brígidos de la ciudad antes de estacionar frente a su casa. No sé cómo chucha salí la otra noche. Me metí en un taxi. Le dije al tipo lléveme por lo que sea. Fue el gramo más caro de mi vida. Me costó los dos ojos de la cara. Por la misma mierda… si no lo tomaba sentía que reventaría.

Se me revuelve la guata, se me seca la boca. Podría forzar la voluntad a decir que no. No más. No más perder la pega porque te pillaron transando. Ya van dos veces y no aprendís la lección huevón. Cuando administrabas la tienda del centro comercial cuico y te pillaron en el probador. Con el terno y todo. Después, en el banco, tu mina, la Leslie, te delató a tu jefe. ¡Si la plata era para ella y el cabro chico! Ahora me echó de la casa y me insinúa que a lo mejor está embarazada. “Estoy con atraso”.
¿Y si llamo cara de palo al Rafael? Te juro por Dios que nunca más. Es que estoy sin trabajo. Con una dosis me arreglo. Mi vieja, donde tuve que regresar con la cola entre las piernas, me va a conseguir un pololo en la feria. Puta, lo que sea con tal de tener plata en los bolsillos. ¿Si la Leslie estuviera preñada otra vez? Me corto los cocos. Es que vos soy muy tonto. Ya dejaste botada a la Marisa con un hijo que con suerte te reconoce.

Puta, Rafael, contesta. No tengo a nadie más. Siento escalofríos. ¡Levanta el teléfono! Yo te ayude cuando querías pitos. Tú también eres un jodido marihuanero. Por qué me miras como un bicho extraño. Te va a llegar tu hora cuando la yerba no te haga ni cosquillas. Te lo firmo. ¿Acaso estás hablando con un principiante? Duerme, duerme mierda. Ya veré quién me ayuda. Rafael, ¿estás ahí? Contesta, por favor…

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