Don Elías

Don Elías trabaja en un quinto piso devolviendo el filo a los peines que ocupan los peluqueros. Los de humanos y también los de perros. Sabe vaciar tijeras y disecciona afeitadoras para evitar que terminen en la basura. Incluso puede aguzar esos pequeños alicates de manicurista cuya sección cortante apenas si alcanza un centímetro de longitud. Tiene dos hijos maceteados, rubicundos, lacónicos. A ellos traspasó su oficio y la parquedad en el trato. En sus cubículos saturados de herramientas componen los cuchillos en un mutismo roto solo por el sonido del torno y la crepitación de sus chispas.

Deja un comentario